Hoy tome un momento

Esta semana ha estado llena de emociones que me han llevado desde mi infancia hasta este día. Quizá la vida sea más emocionante de lo que creemos mientras avanzamos. Ella misma me enseña a tomar forma con cada etapa que llega.

Hoy se cumplen seis años desde que mi abuela Tori partió de este plano. Ella fue la persona más importante de mi infancia, quien me recibió en este mundo con amor puro. El amor de una abuela es de las cosas más sinceras que existen. Curiosamente, no tenía presente la fecha, porque en aquellos días de dolor aprendí demasiado tarde lo que tenía. Así funciona la vida: te muestra el valor de las personas cuando ya no están.

Me perdí por caminos solitarios mientras vivía. Rutas vacías, engañosas, donde creí que vivir rápido y probar de todo era la solución. Pensé que así se aprovechaba la vida. Pero hoy, acompañando a mi madre Marisol a visitar el lugar donde descansa mi abue Tori, entendí algo diferente.

Ese lugar no es solo un sitio de memoria, es otro espejo donde veo la herida que llevo dentro. No para lamentarme, sino para reconocerla. Está ahí, forma parte de mí, y así seguirá. Hoy la vida me enseñó a ser consciente nuevamente: estoy aquí, presente para mi familia, para mi madre. Entendí que todos cargamos dolores, y desde ahí nace la empatía.

Hoy, seis años después, sentí con claridad a mi otra mamá, a mi Tori, pero también a mi Mari, aquí a mi lado. La vida es este camino extraño donde el dolor y la felicidad se mezclan.

Vi cuatro vasos de refresco en ese lugar que guarda los restos de mi linaje. Ahora veo mi apellido TORRES en un correo profesional de una empresa en California y supe que a Tori le habría encantado, que Quintín estaría orgulloso, que mis hijos crecen fuertes y que mi madre es ahora una abuela maravillosa.

Terminamos el día con un desayuno con ayocotes en la gordita, los favoritos de mi abuela. En ese simple acto entendí que el amor nunca se ha ido de mi vida, solo ha cambiado de formas.

La vida es bondad, incluso cuando duele.

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